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Exposición Dobel Espiral |
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EXPOSICIÓN 2017:
DOBLE ESPIRAL
CENTRO DE ARTE
CAJA DE BURGOS - CAB
SALA - 2
BURGOS - ESPAÑA
9 DE JUNIO DE 2017
24 DE SEPTIEMBRE DE 2017 |
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Producción: Fundación Caja de Burgos. CAB Concepto y selección de obra: Javier Del Campo y Juan Vallejo |
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| CATALOGO EXPOSICIÓN DOBLE ESPIRAL |
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El Centro de Arte de Burgos perteneciente a la Fundación Caja Burgos, CAB, ha colgado en sus paredes Doble espiral, una propuesta del pintor Juan Vallejo. A lo largo de más de tres meses, centenares de visitantes han admirado una obra insólita por sus dimensiones y contenidos. Nunca, este centro había experimentado un evento de esta naturaleza, capaz de involucrar al espectador en el contenido de las obras expuestas. Cierto es, que el desvelo de los responsables del Centro de arte, ha sido exquisito. Tanto en la manera de ubicar las obras como en la iluminación y presentación de las mismas. Ejemplo es el Requiem, un libro enorme en donde Vallejo ha plasmado a través de 100 dibujos en técnica mixta la obra de Mozart que ha seducido los silencios del pintor a lo largo de su dilatada vida. Filmado para que el público pueda "hojearle" sin detrimento alguno y proyectado en una pantalla al fondo del escenario en donde se ubica el libro. Hoja a hoja, la obra ha deleitado con la "lectura" y el sonido tremendo del papel acartonado al pasar las hojas: una "música" que ha estremecido el tenebrismo de la capilla donde se ha expuesto sobre un atril el libro.
Los textos correspondientes a las quince partes de la sinfonía, escritos al dorso de las páginas con la característica grafía de Vallejo, leían la obra de Mozart evocando la fascinante música. Un ímprobo esfuerzo compensado por la gran acogida de una obra inolvidable.
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| Juan Vallejo, Centro de Arte Caja de Burgos CAB |
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Impresionante muestra del pintor Vallejo en el espacio de arte moderno de la Fundación Caja Burgos. En ella se instala su experiencia mística en la abadía cisterciense de san Pedro de Cardeña en la cual, durante los años 71-72 pintó los murales de la bóveda de la escalinata imperial y los Pecados Capitales de la galería de la hospedería. Un trasunto sobrecogedor que se ve intervenido por un cuadro de ocho metros de longitud en donde la angustia mística fluye en torno a dos gigantescas espirales en las que presencias inverosímiles nos remiten al infierno de Dante, al mundo turbulento del pintor.
Su poderoso Réquiem, relata a través de un libro de cien hojas de gran formato, la inmensidad de la música de difuntos. Inspirado en el Réquiem de Mozart, muestra la música pintada a través de una partitura de grafismo sobrecogedor que el espectador podrá "ojear" a través de una pantalla y "leer" una de las más hermosas sinfonías que se han escrito.
Una instalación donde un viejo trillo carga una espiral de hierro forjado que representa el Mundo, tirado por una diosa hermafrodita hacia la "Cena del ausente", provoca una desazón en quien lo contempla, pues Caronte se nos antoja navegando al Infierno con el mundo en su poder.
"Las puertas del Infierno" ubicadas enfrente son su destino. Dicha obra fue expuesta en su inolvidable muestra en la sala FEC, Misticismo abstracto, en 2013.
Pentágonos con Anticristos y seres mostrando sus sentidos arrancados de la vida y un tríptico de crucificados surte el espacio del CAB de un arte único, inolvidable, el de un maestro irrepetible.
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DOBLE ESPIRAL. LOS ORÍGENES DE UNA PROPUESTA
Entre 1971 y 1972 el artista Juan Vallejo (Burgos, 1949) realizó, en la bóveda de la escalera imperial de la abadía cisterciense de San Pedro de Cardeña, un gigantesco mural cuya contemplación no deja a nadie indiferente. Lejos de intentar glorificar, de relatar biografías o recrear episodios vinculados al relato histórico del monasterio, Vallejo se adentró en el silencio interior, en las perturbaciones y en los tormentos con que los monjes viven su relación con la mística.
Más de cuarenta años después, en 2013, Juan Vallejo creyó que había llegado el momento de emprender la restauración de la bóveda de Cardeña. Aquella experiencia, el reencuentro cara a cara con una de sus primeras creaciones, el combate pictórico y, por qué no, personal con un trabajo a prueba de convenciones, está en el origen de la propuesta que se presenta en el Centro de Arte Caja de Burgos CAB.
El propio autor explica cómo se alza la espiral -no solo como signo gráfico, sino como elemento simbólico cargado de significado- en el vehículo expresivo que caracteriza la obra de Cardeña en la bóveda y en las galerías donde recrea los Siete Pecados Capitales, y cómo es la espiral la que provoca el enlace, la que guía el sentido místico de la obra y la que "por arte de bilocación -en palabras de Vallejo- permite su traslado hasta el CAB".
Las viejas espirales retocadas en las paredes del monasterio alumbraron otras nuevas en una traslación de enorme fuerza plástica. El resultado no es apto para pusilánimes. Monjes vortiformes que liberan sus almas atrapadas sobre la escalera de Cardeña en los nuevos y cetrinos lienzos dispuestos en el CAB; tormentosas creaciones que refieren sin tapujos deseos ocultos, que se revuelven contra las privaciones, que gritan reclamos de vida cierta, espoleados frente a las ausencias, insatisfechas ante la penuria y la parquedad.
Es en este juego de espirales, una forma geométrica cuya naturaleza formal reclama alejarse siempre del punto del que arranca en un viaje inconcluso, donde radica la audaz propuesta de Juan Vallejo: dos experiencias pictóricas y místicas que tanto se atraen como se repelen, contraen y expanden, crecen y merman en un reencuentro sin fin.
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Las obras de Juan Vallejo en el CAB
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El desarrollo completo del proyecto de Juan Vallejo se articula en torno a una serie de obras que de alguna manera abundan en este imaginario místico. La pintura titulada Espiral-vínculo convive dialécticamente con la gran proyección del film realizado para esta muestra en el monasterio de Cardeña. A ellas se suman las esculturas de la serie Organum, la instalación Trillo-espiral y la pintura La cena del Ausente. Apocalipsis, un óleo de gran formato realizado en 2002 que será intervenido por el artista a la conclusión de la muestra.
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Pero sin duda una de las piezas más significativas de la exposición es el trabajo consagrado por el artista al Réquiem. Un Réquiem mudo, de gran intesidad expresiva y poética, construido con pasión sobre las hojas de un libro descomunal. Su sola presencia física atrapa y atemoriza por igual. Trazado y anotado verso a verso, constituye un ejercicio de interiorización mística que Vallejo relaciona con la lectura de varios de sus poetas favoritos: Paul Celan, Juan de Yepes, Juan Gelman, Neruda, Pizarnik o Hölderlin, autores que conforman lo que el pintor llama su "anatomía cultural". Un Réquiem, surgido del gesto y del arrebato, que se expande por las paredes de la sala en un alegato de la creación íntima.
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Un texto de Juan Vallejo sobre su obra
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"Tras el caserón en donde pinto, en donde nací, en donde nació mi madre, hay un horno en donde se hace pan. Cada día, el panadero, obra un milagro: fabrica pan. Así lo hicieron sus padres y sus abuelos, del mismo modo. Leña, agua, harina y sal. En esa Tahona levitaron las hogazas, las tortas de manteca y los chuscos de guerra y posguerra. Generaciones de vecinos de Gamonal signaban las hogazas con un aspa, una cruz, para que el diablo no entrara en ellas y las malease. En la combadura de aquellos panes, el ocre se resignaba para representar siembras y cosechas, reverberando el sol en esa panza: otro milagro en donde el trigo surtía de luz y de hornaza las memorias y los pómulos de los que asomaban y cocían la levadura.
En la casona y en la panadería, el norte sigue varando sus hielos sobre las tejas y canalones, allí afila su gélido viaje de cellisca la cocedura. Entra después por las claraboyas del estudio impregnando de olor a pan recién hecho mis sienes, hasta el punto de repasar mi infancia y mi juventud primera, como si un mago despertador se hubiera introducido por las luciérnagas.
Entre el río Pico y el Vena, mi memoria nutre barbechos y trillas con olores de lápices recién afilados, de la marca Johann Syndel, en la máquina de la mesa del maestro. El pueblo de Gamonal se estira entre una procesión de chopos con bufandas blancas hasta la ciudad de Burgos. Y la memoria va diluyendo su tratado, preterizando besos y luces, hasta mostrarme una ciudad herrumbrada y especulada. Ya no están los carruajes y las tartanas cargando el pan de la semana para llevarlo a los pueblos cercanos; ni las encinas del monte de Aviación; ni los musgos, robles y chopos de la Casa de la Vega.
Pero el panadero sigue cociendo el pan: el mismo portento, la misma celebración, como si nada hubiese cambiado. Otra leña, otra harina, otro fuego que irá escaldando la nemotécnica glándula del paladar que liberará, en las escasísimas gentes naturales del que fuera pueblo de Gamonal, una historia de la infancia, unas luces, unos besos.
Del mismo modo propugno mi pintura, obro mis cuadros, como ayer, como hace treinta años: en el mismo lugar; como el milagro de mi amigo el panadero, con raya y forma para que las emulsiones empapen el lino, su trama, para que urdan la forma; como hiciera en aquellas arpilleras que contenían azúcar y salvado, con la única intervención de las manos y el sudor".
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Sobre Juan Vallejo
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Juan Vallejo de Lope nació en Burgos el año 1949. Desde muy joven alternó sus clases de Bachillerato y Preuniversitario con la necesidad irrenunciable de pintar, incluso con los medios más precarios. Sus primeras exposiciones decían mucho de telas de arpilleras finas encoladas, por cuyas tramas la carga de la textura sujetaba unos personajes delatores de injusticias. Ya en aquella época de la década de los sesenta, Vallejo se había comprometido con la defensa y reivindicación de la democracia y las libertades públicas. Convive en Madrid con el pintor Navarro Bremón y dibuja en el Círculo de Bellas Artes. A los 18 años hizo su primera exposición individual en los salones de la Torre del Arco de Santa María de Burgos, la cual marcó su sendero por el que discurrirían las pautas de la pintura joven burgalesa. Ese mismo año, repetiría una muestra en el mismo lugar. En 1969, realiza una exposición de más de doscientas obras en los claustros del antiguo monasterio de San Juan, en Burgos; este escenario sería testigo de su primera retrospectiva en 1973 y del adiós de 1976, fecha en que una de las obras allí expuestas fue censurada, la cual provocó el "exilio" de su ciudad durante 20 años.
Es en 1964 cuando Juan Vallejo decide consagrarse a su arte, y sus obras son presentadas en público por vez primera en 1968. Su trabajo abarca técnicas mixtas sobre lienzo o sobre papel. Su obra deriva del ser humano, de su condición; es una experiencia; una interacción entre el pintor y la vida en la que no se interpone ningún elemento. Las tres palabras elegidas por Juan Vallejo para definir su obra son "mística", "humanista", "revelación". Los colores violeta, malva, rosa y negro son sus preferidos. Su predilección, en el aspecto religioso, es Jesucristo. La última gran exposición que mereció la pena, según él, fue la de la obra completa de Velázquez, en el Museo del Prado en Madrid. A aquellos jóvenes tentados a lanzarse a la aventura artística, Juan les recomienda "dibujo, trabajo, dibujo, trabajo, ...". - Su obra a ver en prioridad es Sileuros, óleo de 6,15x6m (1990), en la Abadía Benedictina de Santo Domingo de Silos (Burgos).
Vive en París y en Roma en los años 70-71. Después de exponer en Madrid en la Mesa de Burgos y en los vestíbulos del Teatro de Lara, los monjes de la abadía cistercienses de San Pedro de Cardeña de Burgos, le encargan los murales de la escalera imperial, así como los cuadros de las galerías de la hospedería y de la biblioteca del histórico cenobio. Serían los monasterios lugar de residencia y enclaustramiento del pintor durante algunas épocas. En Cardeña inició El Quijote cuya primera parte fue expuesta en Madrid en el Hotel Quijote en 1972. Una obra de centenares de dibujos y óleos que más tarde desembocaría en la disección más importante que sobre la obra de Cervantes se haya hecho jamás. En 1975 expone su Apocalipsis en el Palacio de la Lonja de Zaragoza con gran éxito de público, salones destinados a los grandes del arte como Pablo Serrano, Goya, Viola y Gargallo por poner algunos ejemplos que antecedieron y enmarcaron la célebre exposición antológica del burgalés. El 23 de Febrero de 1981 el país se convulsionaba tras la amenaza de un golpe militar, lo que hace que el pintor se recoja en su estudio de Burgos y pinte el Golpe (7 x 2,75 m), al que también denominó Hispania o Iberia, uno de los lienzos más interesantes de esta retrospectiva, que junto a un centenar de bocetos, da idea de las dos Españas y de la transición a al democracia. Los sucesos de Elda y Vitoria, así como la muerte del estudiante Enrique Ruano en 1969, ya habían marcado al pintor en otros cuadros que testimoniaron en la muestra de los Artistas por la Libertad de Conciencia del Centro Cultural de la Villa de 1982, su ansia por las libertades.
Después de un gran periplo de exposiciones, es premiado en 1981 con el Primer Premio Nacional de Acuarela Caja de Madrid. Pero su obra más importante, tendría lugar en 1990, cuando los monjes de Silos le encargan un cuadro para la Sala Capitular del monasterio benedictino. Pinta durante ocho meses Sileuros, un lienzo de 6,15 x 6,00 metros que recoge la vida de San Benito inspirada en sus leyendas y milagros.
Vallejo, está incluido en la lista de los grandes pintores de nuestro tiempo. Su esfuerzo cotidiano en el arte, pudo comprobarse en la Antología de Zamora: 250 obras de gran formato llenaron los dos claustros del Colegio Universitario de la ciudad castellana.
Sus exposiciones son visitadas por miles de personas, siendo prorrogadas la mayor parte de ellas. Ejemplo de ello son las muestras del Palacio de la Lonja de Zaragoza en la primavera de 1974, donde más de 50.000 personas admiraron su impresionante Apocalipsis, que luego retomará en el año 2003 para celebrar en el Monasterio de Prado de Valladolid, una de las muestras más fascinantes que se hayan visto sobre el final de los tiempos y la lucha del ser humano en su periplo vital. Una monografía, que junto a los Cinco Sentidos, ocupó los espacios expositores más emblemáticos de Castilla y León, como la Casa de las Conchas de Salamanca, el Monasterio de Santa Ana de Ávila y las salas del palacio de la Audiencia de Soria, entre otros.
En 1995, los Claustros Universitarios de Zamora, albergan su primera antología. Más de 350 obras figuran en la historia de esta exposición que mostró por primera vez el impactante Quijote, ilustrado por más de un millar de dibujos, una obra que acompaña a otras monografías como El Gran Teatro del Mundo, La Divina Comedia y la Leyenda Dorada que pudieron contemplarse en sus originales.
La exposición de 1996 en la sala de la Federación de Empresarios de Burgos, cobijó una maravillosa retrospectiva que mostró su emblemática obra El Golpe: un óleo sobre lienzo de 7 x 2,75 m. que expresa de forma contundente la transición española de la dictadura a la democracia. Cuadros sobre la represión de los años sesenta y setenta, junto a monografías como Eros, los Pájaros, la Tauromaquia y la Mitología Griega, conformaron una de las mejores exposiciones del pasado siglo. Vallejo dejó constancia en este evento cultural de su magisterio como gran dibujante (según Antonio Cobos Soto, prestigioso crítico de arte, uno de los mejores del mundo).
Pero fue en el 2001, cuando el Ayuntamiento de Burgos, decidió compendiar la mayor parte de su obra en una fascinante antología que ocupó los tres lugares más privilegiados de la ciudad. El Arco de Santa María, donde el pintor expuso por primera vez en 1968, los claustros del Monasterio de San Juan y la sala de la F.E.C. donde hiciera la retrospectiva antes aludida. "Vallejo en Burgos", fue el título del catálogo que se editó para tal acontecimiento en el que figuran obras de su infancia inéditas y las obras ilustradas en bellos libros sobre el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, La Noche Oscura, Poemas Visuales de Silos, la Llama de Amor Viva y otras obras que ideó Vallejo durante sus largas estancias en los cenobios de Cardeña, la Oliva, Silos, Tré Fontane, lugares en donde dejó su huella magistral de pintor expresionista.
Sus pinturas figuran en las colecciones más importantes del mundo y difícilmente pueden encontrarse en galerías.
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