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Juan Vallejo, Monasterios Monasterio de San Pedro de Cardeña, Los Murales de la cúpula de la Escalera Imperial
      El uno de septiembre de 1971, el pintor Juan Vallejo, asciende a un complicado andamio de velas y largueros de álamos y chopos entrelazados por cuerdas y cuñas, capaz de abarcar el domo de la Escalera Imperial del Monasterio de San Pedro de Cardeña. Los veinte metros de altura del solideo octogonal, no suponen obstáculo para los veintiún años recién cumplidos del castellano. Juan Vallejo
Fotografías de Julio de 1972, el día en que se desmontó el andamio.
Juan Vallejo       Después de una larga estancia en Roma, en donde terminó los bocetos previos al mural y de haber bebido al mejor Goya de San Antonio de la Florida en donde Vallejo tuviera estudio, se somete a la disciplina del silencio y la soledad del maravilloso cenobio cisterciense, compartiendo con los santos monjes del lugar, techo y mesa, canto y luz. Esto marcaría a lo largo de la obra una sustancial variación en los sesenta y dos personajes que acompañan los frescos.
Juan Vallejo
Primeros bocetos de la bóveda de Cardeña - 1971 Lápiz sobre cartulina - 13 x 100 cms. ROMA - 1971
Juan Vallejo Juan Vallejo
Foto de la bóveda de la Escalera Imperial de 1971 - 1972 donde se puede ver la obra completa. El crítico de arte Antonio Cobos Soto con Juan Vallejo en la abadía de Cardeña antes de que el pintor iniciara los murales - 1971.
Juan Vallejo Juan Vallejo
Juan Vallejo en el pórtico que da acceso a la cúpula de la escalinata imperial del monasterio de S. Pedro Cardeña. Fotografía realizada antes de que el pintor comenzase los murales de la bóveda en 1971. El pintor Vallejo entre el crítico de arte Antonio Cobos Soto y el abad de Cardeña Sergio del Pino Campos, contemplando los murales del pintor, en febrero de 1971.
      Los ocres y los sienas, los rojizos y marrones que estampan la angustia escatológica de los murales, son buena fe de ello. Pero si el calor funde e infunde una fuerza impresionante a los protagonistas de este extraño acontecimiento que se asoma a lo largo de una balconada de ochenta y seis barrotes. El rasgo, la línea, la intuición, el trazo roto y audaz de este alquimista del sueño es el que imprime el perceptible espíritu que merodea entre las cogullas y los vestidos de los ¿seres? que se han acercado al mirador de la escalera. Desde él interrogan, claman, observan, auscultan e incitan a los que tienen la fortuna de poderles contemplar. La historia, el terrible martirio sufrido por los monjes allí mismo, debajo de las acusadoras, interrogadoras miradas, están sugiriendo el suceso. Más ¿qué es lo que realmente pasa allí arriba?. Cada figura es traspasada por un aroma que late al unísono con la escalinata, sentirá que algo "sucede" por encima de él, algo que le induce a alzar los ojos, a ascender por una envoltura de misterio y silencio que sólo un mago puede construir.
Juan Vallejo
      Juan Vallejo en 1985 pintado una obra para la biblioteca de Cardeña. Juan Vallejo
Juan Vallejo
      Juan Vallejo, en una fotografía de 1996, junto a los murales que recorren las galerías de la hospedería de Cardeña. Juan Vallejo
      Juan Vallejo, en una fotografía de 1996, junto a los murales que recorren las galerías de la hospedería de Cardeña. Juan Vallejo
      Dicen algunos que han tenido hospedaje en la abadía, que algunas noches descienden desde la balconada, que acuden al coro de la iglesia y hurgan entre las filigranas de los sitiales; extraen maitines y laudes de sus labras y con ello vuelven a su lugar como si nada hubiera sucedido. Pero yo creo que sí, que algo se ha movido entre las figuras, que algo ha variado en su postura, tal vez una extraña línea que se abre entre sus costuras enhebrando mi curiosidad al beso de su barandilla. Juan Vallejo
Textos de Jesús Marrodán